No se si me encuentro en un invierno de calor, amo el invierno.
No se si me encuentro en vista de aguila, si estoy asechando tu lugar, tu nueva forma de sonrojarte, conmigo no lo hacías claro que no. No se si tengo un millón de dudas, o una sola, o vos solamente...
o ella. Ella.
Ella la que te gusta, la que deseas en cada dia, la que deseas porque asi quisiste, o no. Porque no era yo un lugar, no era una guardiana del trono que protegería con alma y cuerpo, hasta morir.
Me pude haber quedado cuidando el arbol del cuento de mi abuelo
-Sabes... todos estamos hechos de ese varón entusiasta a pesar de ser mujer, ese de las manos de bronce, de hierro como prefieras. De manos somos hechos, de manos que te crearon, de manos que te tocaron la frente, de manos que sin tocarte te han pegado con firmeza, de manos que nunca te tocaron y, (refunfuñando) espero que no me entere... En fin, manos que crean y deshacen, manos que plantan, el árbol de la lejania, de frutos dorados... de frutos eternos.
-¡Ay! si supieras cuanto amarga a uno esperar, cuantos té de tilos te deberá preparar si siguieras esperando y esperando...
Si acaso supieras abuelo cuantas bancas ilustré, cuantos árboles petrifiqué, cuantas flores conté, cuantas cosas escribí, tiré, rompí... cuanto lloré.
Y ella, una y otra vez, no quise nombrarla pero vino y no se va. Hubiera querido que tu ausencia sola se quedara melodeando por ahí, solamente tu y tu ausencia, no me sirve el amor que le diste.
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