Senté al viento esta tarde sobre la tierra húmeda. Tierra que crece de pueblos antiguos, de tierras lejanas.
Se asomó una trifulca de océanos y aires de mares, no lo vi venir, salió de una noche que ya había mojado mis sabanas.
Detrás de un árbol juventud palpitaba el alma y la poca vida, la niñez, las raíces que uno no conoce.
Una chispa también le golpeó, lo llevó a una nube en forma de humo, y ¿qué forma tiene el humo?
Hablo del humo que todos tienen dentro, desde los pies hasta la cabeza.
Le hice saber al viento que hoy era un día en que la fortaleza y la felicidad tenían la piel llena de agujeros, entre gusanos, y oros, barro, conclusiones, historias sin historiadores.
Pero sin advertirlo, ya se había colado en la copa de los arboles, como buenos conocedores de los rincones de la naturaleza se escondieron y no aparecieron más.
Les pidieron a las chicas vestiditas de blanco, con copitos de sol en el centro que danzaran con ella mientras una luz les alimentaban las venas... ellos se atrevieron, los vientos se atrevieron a tomarlas y moverlas... rieron, fueron felices, pero se marchitaron.
Los vientos que soplan fuertes, ahora entienden las flores que nacen, brillan y crecen, la furia del viento que toca la delicada vertiente de la naturaleza, y las mata se las lleva.
¿Acaso alguien entiende la furia? mientras las muchachas se alegran del viento, el los golpea por la espalda "vamos, mirenme estoy sufriendo". Nadie te perdona viento, por matar, nadie te perdona.
Que usted prefiere vivir eternamente.
El viente quiere dejarse, quiere no ser, quiere apagar la llama, quiere dejar de soplar.
El viento nos recuerda que la soledad es cosa seria.
ResponderEliminarEl viento es así y como uno quiere...
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