domingo, 26 de mayo de 2013

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Me miraba con los ojos del alma que me hablaban, me contaba de un querer.
De un querer que se codeaba con franquezas, sin riquezas ni poder. Que por tímido enmudecía, que por fatalista siempre vivía, que por ser de dos nunca estremecía a la misma vez.
De tu amor que fue de colores intensos, matices y claros, que miraban algún cielo.
Ahora en silencio te reposo, una hamaca de silencio, que te mece y te miro de lejos entre la copa de los arboles, el sol rojo y fuego, que trasluce tu pálida piel, ojos como naranjos, los pájaros que te adornan y aplauden con el viento la maravillosa postal de tu cuerpo meciéndose frente a mi, sin estar.
Hoy que no estás, le pido al cielo que se enmudezca, que no crezca una hoja más, quema agua ardiente mis pies helados que se consumen con tus pasos lejos de acá.
Una gran ciudad que sabemos no me espera, no le interesa, no le quiero interesar.
Pero te fuiste.

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