martes, 24 de septiembre de 2013

Mi enfermedad

Estoy enferma porque me queres, estoy intoxicada de nuevas estrellas de esas que a veces no necesito. Pero somos tan distintos, tan diferentes ¿acaso no eso es lo que dices?.
Y yo me considero en la eternidad de estos bastos sentidos, que le dan comienzo a mi eterna y fúnebre ausencia.
Hoy quiero abrir mi caja de pétalos amarillos y que regocijes mis penas. Pero quiero abrirlas para ti, y desde muy adentro tengo espinas que hieren, que no curan, que no te quieren. Espinas de los recuerdos.
Quiero decirte que te quiero, y nunca olvides que esto es todo lo que soy, y lo que puedo ser, lo que quiero ser en realidad. Ser sucia, amarga, sin tacto en tu presencia, que te prefiere en la ausencia, pero aun así yo me alejo.
Me libero, mejor dicho, ¡te libero!
 de mi prisión…
 es que te dejaría tan libre que te considerarías un prisionero. Es que te dejaría tan libre…
(pero te tengo miedo)
HE DICHO QUE ME TENGO MIEDO.  Sos lo que yo era, eso y un poco mas.
Me alejo porque sé que me querrás con todas tus fuerzas, y le temo al olvido.
Tan solo olvídame de prepo, de un golpe seco que no me repita en ningún lugar, como lo hago conmigo cada dia que sucede, como yo de mi siempre me olvido.
Y esto, esto es todo lo que merecés por haberme querido, por haberte puesto en mi camino, porque me quisiste, porque mañana me querrás igual.
Ya no quiero que me quieras. Ya no lo quiero más.
 Me queres lo suficiente, y me vuelo a mi nido, a mis mariposas, a mis alaridos en la noche, en la oscuridad. Y quiéreme por todo lo que has sido por el poco tiempo que haz creido que fui tuya. Por todo eso.
Porque piensas que yo te quiero tanto, brindemos por vos.

Brindemos porque de todas maneras te quiero, aunque aun así no me alcance para respirar, para vivir o para pagar el pan.

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