martes, 1 de octubre de 2013
-Buenos Aires, día de lluvia en el microcentro, c. 1930-
Cerró sus ojos para la brisa que se hundía entre las manos, expuso sentimientos y se esfumaron con la lluvia, metodica forma de aliviar los suspiros.
Hace una semana y 5 días que no lo veo sonreír, hace una semana y 5 días que no llueve ya, que no caen gotas para rozar tu rostro y para que te marcharas y me dieras las gracias y yo a tí, por habernos cruzado bajo la lluvia alguna vez.
Que si fuera por él, la tierra se inundaría, que si fuera por mí lloraría más para tu alivio.
Quebré mis dedos esta noche sin agua, de tierra seca sin fe, temblando en las posibilidades de darte un respiro con una carta que desde mi para ti he dejado a tu merced, escribiendo miles de letras y palabras que de golpe trajeran la marea de sal.
Pero advertiré que la lluvia se ha alejado querido amigo.
Tu hermoso Bs. As. ya no llora triste, y libera su calvario con luz, de las opresiones, de mi y de vos.
Tu que amaste tanto la lluvia y la esquina 9 de julio y Lavalle, que ignorabas los gritos de esta ciudad emancipada, que espiabas los dolores desde una ventana con la ventaja de la lluvia que alguna vez vino para sanar.
Nada se ensordece, mas tu cariño es miga de pan.
Y tu corazón ya no es sequía, tu cuerpo alimenta la tierra marchita, los vientos arrastran tus cenizas y te despido sin mas.
Que hoy no llueva no es ningún problema para el suelo que pisas, tus cenizas serán las vertientes, los nuevos racimos, y la lluvia ya no será la peor forma de hastío para mi...
Pero serán dos millones de gotas de melancolía para la llovizna que en tu despedida cubre esta cuidad, serán dos millones de gotas mías, porque no puedo evitar llorar.
El camino ha sido tan largo, y floté tanto, tanto junto a tí.
Que cuando llueva de nuevo sabré refugiarme y desaparecer, me acunaré y le voy a ganar a la soledad, no estaré sola nunca más.
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