Que me dures toda la vida.
Que toda la vida sea hoy, mañana, pasado y mi muerte.
Que me dures para quererte, y que yo te quiera para perderme
en tus brazos.
Que me dures toda la vida, y de flores se tiñan mis ojos,
tus manos de nubes, y en los pies algodón.
Que dures el recuerdo, que sepas como el vino añejo, que me
bebas de golpe y no te controles, embriágate con mi piel. Que la luna se
sonroje.
Que tenga tobillos la noche de seda, un vientre lleno de
estrellas y un camino de venas y sangre.
Que me dures más que el miedo, éste maldito miedo que si yo
muero, tu mueres también.
Que envejezcan las manos en enredaderas, pero dúrame toda la
vida.
Que me dures mas del amor que creo sentir.
Y me dures eterno, viento de estrellas por mi oído, con el
quejido y la resignación de: “te amare porque si”.
Que me dures por lo que he vivido y lo que no conoces, y no
conocerás aun.
Que me dures toda la vida, aunque toda la vida te pertenezca
a ti, aunque toda la vida siempre serás tu…
Que te quedes y me quieras. Que el mar se quede también.
Las hojas correrán de prisa a nuestro encuentro, las olas
romperán debajo de tus pies, pero los arboles ya se habrán desvanecido.
Dúrame porque así, tu lo prefieres.
Víveme tan radiante, lleno de penas, que si mañana no
respiro, por ti viviré.
Sólo el silencio restaura cada cosa en su lugar.
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