lunes, 20 de enero de 2014

La fuerza de los lirios

Los lirios por fin han nacido, ningún latido, caricia o suspiro es en vano en nuestro jardín.
Adivinan las tormentas que con su fuerza quiebran los pétalos marchitos que aun se aferran a no se qué... pero los Buenos Aires afinan esta soledad. 
"Mejor que ninguna sabes de qué se forma un encuentro, pero igual te quiero."
Tengo torrentes de veneno embellecidos por el dorado del sol, los pies descalzos como muelles y el cáliz ferviente del cielo azul sin prisa ni final.
Nada en lo absoluto tiene su final, porque nada es propio en realidad; es que, si uno no ha besado las caídas, ni abrazado las rodillas gastadas de tanto tropezar, si no se ha sonreído con la brisa que cae después de las lagrimas, si no se ha ahogado en llanto para que salgan a flote los sueños... si antes la prisa no lo ha sometido a vivir la vida cuando amenaza con un brillo atroz, es porque no se ha buscado una solución a la vida, otra solución que no sea morir.
Repito infinidad de veces este viento que no calma mi sed, soplando del norte, este oeste y el sur también. Y lo supe respirar, hasta que picotearon mi pecho los finos cantos de la soledad.
Entonces, has caído, te atreviste y oíste la libertad, y ¿aún así crees que el camino está vacío? ¿aún crees que es una cruel jugada de la invicta naturaleza oír en tus latidos la fuerza con la que rompen las olas del mar?. Pero te mantienes navegando, nadie te quitará ese afán por la soledad y las filosas rocas que se pulen con la sal.
Entonces pronunciaste tus pasos:
" Tengo la piel violentamente magullada, tal vez un poco más marchita que la luna erguida en la laguna de la soledad ... dime ¿soy el único tratando de alcanzar las estrellas?.
Este mundo que nada me dará le entrego mi vacío corazón, que aunque me arrebaten del pecho mi sentir... soy y seré naufrago en cualquier parte, en cualquier lugar".

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