No pasaron los días,
ni tampoco los meses.
No dejé acoplar el sentimiento
en el vacío del centro del pecho,
ni que se expanda por todo mi cuerpo,
no dejé que
me haga temblar de ausencia.
No deseo que ningún pétalo marchito
toque el piso de este frío invierno,
inunde de dudosa incertidumbre
esa de no saber si
temblar o seguir queriendo intentar,
imaginando, dudando, muriendo,
pedirte por favor que no dieras la vuelta,
ni me quisieras como nunca.
Estoy rendida,
esto se siente por vivir de la duda,
ocurre por morir en la luz de la esperanza.
No, he dicho,
cuando más quería.
¡Qué idiota!
pero uno es justo
cuando hay dudas,
detengoe el corazón y
siento a vos que te tengo en frente,
y te pongo un espejo,
me veo a mí, que sufrís conmigo
.
Porque es rico el sol,
y la lluvia, también el viento,
y la despedida.
Y estás ahí,
¿no es cierto?
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