¿Sera la muerte definitiva,
o la temporal quien toca a tu puerta?
Al fin y al cabo una te mata
y la otra te suicida.
Una esta hecha de miedos y excusas
para caminar un poco mas,
para alargar el paso que va directo al olvido,
que se dirige indefectiblemente a la oscuridad,
a lo amargo,
al piano con un final instintivo,
al ultimo beso
que despide el presente y el futuro
pero nunca el pasado y saluda al olvido,
a esos ojos nunca vistos,
a esa mariposa que nunca corriste.
La otra, por su parte,
se compone de deseos
que no tienen ánimos para hacerse realidad.
Solo destruir el árbol que alguien planto sin pensar
(vaya uno a saber fruto de que intención),
para quebrar sus raíces,
y volverlo antes de tiempo:
otoño en el precipicio.
Entonces uno se muere,
o se suicida.
Acomoda con pies de lata
sus trajes en el armario,
amarra las corbatas a un montón de excusas,
se arma una soga
y se suicida, lo hace a diario.
Pero uno se muere,
todas las noches,
y cada noche es definitiva,
y cada noche una palpitación,
un corazón que marcha en contra de
todo lo que eres.
Un ramo de rosas,
que se pudre y se marchita,
mas larvas, y agua podrida.
Esa esquina dentro del corazón,
se ha vuelto un desierto baldío,
el pañuelo una pileta de sal
donde guarda en secreto
las peores guerras
que vieron parir el sol
junto a la oscuridad.
Y se vuelve a morir,
o se vuelve a suicidar.
Se conspira en contra de los sueños,
se le habla con voz baja al letargo
y se le invita una taza de te
al muchachito dulce y temerario que fue:
"oye, cuanto has cambiado,
¿cuantas plumas se han extraviado en el camino?".
Y el no sabe,
el titubea y espera que el sol vuelva a salir,
para romper el pecho en un montón de claveles,
y liberar de su prisión a las aves,
a los soles, arcoiris y rosas...
"pobre de mi, humo de cigarro otra vez".
Y el se suicida, en su intento por morir.
Y no sabe que el tiempo no existe,
que la muerte es libre,
que no viene por ti,
y uno va por ella,
por eso uno se suicida cuando muere,
indefectiblemente..
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