miércoles, 29 de abril de 2015

Atadurias y otras maneras de morir

Silencia tus palabras sin sentido 

antes de que comience a llover.
Separa la llama de la vela
antes de que esta comience a arder.
Ciega tus atadurias
a las cuales llamas "recuerdos"
y vuelvelos sordos
o quémalos en tu infierno:
porque si permanecen vivos
las expectativas harán que tropieces
con piedras que repetidas veces
rompieron tu alma de cristal,
y en cada calle,
en cada recoveco de tu habitación,
hay un pedazo de ella que
ya no sirve, que ya murió.

Pero hoy antes de que llueva
el árido silencio no afila las gotas
que caen ligeras,
el viento no las moldea como puñales...
más bien,
forman amapolas en las pupilas ajenas,
roja pasión que mansalva el corazón.

No dejes que el llanto
se confunda con la tormenta,
pues ni siquiera un trueno anuncia su llegada
que ya preparas las maletas...
tienes que saber que si todavía recuerdas la lluvia,
a donde intentes huir,
de gotera en gotera caerá tu alma...
hacia el abismo en el que intentas no morir.

Quédate a ver por la ventana
la gente que pasa y no murmura nada,
que sólo respira el olor a tierra mojada,
que aventura sus "zapatos caros"
en charcos de lodo y agua,
para luego llegar al hogar:
frío y solitario,
pero con un suspiro firme
casi de resurrección
que hace sentir
cuantas cosas son las que
valen la pena vivir,
para morir.

"Ya ha dejado de llover,
¿no quieres un café?"...
El letargo se hizo dueño de tu sombra,
mis tontas, estúpidas y vacías palabras,
que no hacen mas que un eco
en el vacío que hay en tu alma.

Porque ni siquiera tienes alma,
ni siquiera escribes tu frase preferida
en los vidrios empañados,
porque le huyes a la lluvia
para que no tiña esta habitación
de tu oscuro ego,
porque odias con todo tu ser el café,
y también la compañía.
Porque tal vez has llorado torrencialmente
debajo de una leve llovizna,
porque tal vez ningún café
recuperó el calor
del cuerpo abandonado por el gesto de libertad,
porque tal vez te recuerda a alguien
y yo no lo sé, simplemente no lo sé.

Haré de cuenta...
más bien te diré:
"no hay problema,
que no te llueva camino a casa".
Y odias leer entrelineas,
pero...
ojalá te empapes la vida,
ojalá la lluvia te persiga aunque corras,
ojalá cedas ante la idea de cerrar las cortinas,
ojalá se lleve el viento tu techo y quedes a la deriva,
ojalá no huyas,
ni tampoco ruegues que el sol aparezca,
ojalá no te mientas,
ojalá no te pierdas.

Pobre de tí, que esperas que cambie el clima,
mientras en tu cabeza
amenaza una tormenta destructiva,
y por la calle vas sonriendo
como si no le temieras a la lluvia,
como si adentro tuyo hubiera vida.

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