jueves, 23 de abril de 2015

Déjate ser de mí

Calla, y no despiertes.
Calla y déjame recordarte,
así: indolente,
así: frágil y sin miedos,
así: como en una pecera,
así: mientras sueñas,
así: mientras duermes.
Mientras se derrumba mi alma
te pido que no despiertes.
Tus manos dormidas
están creando un jardín de flores,
mientras bebo del agua de mi fuente
sequía indolente sin torrente,
mientras duermes y
me ahogo en el ensueño
de tu manantial.
Duerme, y respira,
porque mi aire me ahoga,
y tus mejillas me iluminan.
¿Será el amanecer creciente,
anuncio de renacer?
¿o el lugar dónde tu indiferencia siempre habita?
¿Será que este es el compás,
el momento, la sutileza,
la sencilla melodía del sol,
que a través de las cortinas,
dibuja un pentagrama de colores en tu alma?.
Y me contagia, y me mueve,
soy alas, mientras te miro, mientras te admiro,
y no busco, sólo te quiero...
Simplemente calla,
porque ya no tengo miedos,
porque siento la firmeza de las alas en el viento,
mientras atraviesan nubes
y corrientes del sur,
y torrentes de los recuerdos,
que ya no duelen, si te miro, si te retengo.
No despiertes todavía,
que aún no ha germinado la semilla,
que aún no ha abierto sus pétalos la rosa,
ni ha llegado al nido la golondrina.
Porque si tus ojos me miran,
¿qué será de mi?
Regálame tu inocencia mientras duermes,
donde no te afliges, no te escudas, ni te escondes,
donde eres todo gesto de pureza,
donde eres fuego que desconoce el peligro de arder.
Donde nada duele, donde no piensas en nada,
(o ni siquiera piensas en mí,
aunque tus manos calcan un mapa
de mi cuerpo para que en tus sueños
nunca te/me vuelvas a perder, lo sé amor).
Déjame ser tiniebla,
déjame aullarle a tus inviernos,
y espantar todo dolor,
Que el día sea de quien prefieras,
que tu noche, que tu sueño sólo a mi me pertenezca.
Déjame ser la luna,
mientras callas, mientras duermes.




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