A tu amor ignorante.

 Tengo que contarle a tu parte que me ignora, que una de mis prosas favoritas es la de tu boca.
Cuando el sol decanta a través de la ventana, y dibujan colores que acobijan tu piel, colores que insípidos se atreven a formar arcoiris sobre tu pálida imaginación.
 Este sol que se pasea por tu boca, acariciando lenta y suavemente cada una de las grietas que quisiera, con tu permiso, derrumbar la montaña de los besos que ya han sido parte de un pasado con sabor a desdén.
 Tu pelo y tu piel, cuando son tímidos cardenales dorados, atravesando mares y lagos, posándose frente a mi cuerpo, inerte... incontenible marea con la que desea mi ser empaparse con tu sal.
 También podría incluir tus manos, como una poesía, un té matutino con olor a rosas, como una o más canciones de Blues en el otoño y su atardecer. Y cada canción, quiero contarte, desencadena tus miedos, y forman estelas que como la libertad, se asienta cómodamente entre las nubes y el cielo azul; tu dibujas en mi vientre una nueva constelación. Soy feliz y tiemblo, pero soy feliz.
 También esa parte de la historia en que ninguno es del otro, ni yo te poseo, ni tu me perteneces.
Porque cuando te acaricio, porque cuando me escondo debajo de tu suave sonrisa luego de hacerle el amor a mi boca con la tuya, puedo advertir que en realidad no es un "para siempre" esto que somos sin definir, esto que no le tarareamos a las estrellas.
Porque luego te irás, y las cadenas volverán a hacerte bestia, y la libertad a mi me obliga a volar, aunque quiera encarcelarme entre tu ser.
 Sin mentiras... espero tan sólo que en un adiós de tus labios se alberguen unas ganas poderosas e insaciables de quererme, de tenerme por siempre. Porque también espero frágil y tímida, y a veces fuerte. Espero dejar ser a mi corazón quebrado una insensible herida y seco llanto, que se marchite y plantes en mi el tallo de tu sinceridad.
Porque te irás, y eso es definitivo; porque todo indefectiblemente nos vamos, pero no todo huimos.