viernes, 24 de junio de 2011

La media mitad de la luna.

Dibujé en un papel tus alas, pude entender que contigo puedo volar. 
Dibujé también tus manos y brazos , grandes y fuertes, pude entender que puedo por ti, seguir en pié.
Dibujé tus piernas, largas y también muy grandes, siempre con un paso seguro, pude entender que me enseñas   a ir por el mejor camino, pues tu me llevas.
Dibujé tu pecho, ese manantial de vida, pude entender que a tu lado me siento fuerte.
Traté de dibujar tus ojos y consigo tu rostro, la sutileza de mis dedos y los pétalos de lágrima que recorren mis mejillas, tratando de llevar la esencia de ti a un papel, buscando la forma de abarcar años en compañía a la soledad de un dibujo, para sólo enterarme que nunca exististe, y que sólo la soledad me acompañó. 
Que triste miseria la mía, que eterno sentir me acompaña todo los días, al saber que no existes, pero sí llevo conmigo eternamente, la soledad de una mirada perdida que no encontró otra solución que soñar y llenarse el alma y el corazón de caricias inexistentes, de besos inexplicables y de noches sin compañía, sólo apreciando a la media mitad de la luna que es la única que me observa dormir y que sabe cuanto deseo de ti, de tu luz, ¡cuanto deseo lo que imagino!.

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